cada día mejor que ayer.

mi estado de ánimo lleva in crescendo desde el día que decidí que no volvería ni a pasar el rato con alguien como matura. no sabía lo inteligente-embarcadoras-talentosas que pueden ser otras personas.

cabo rojo estuvo genial. llevaba años ahí y es natural cansarse. ahora llevo años acá y entiendo la fascinación que tienen otros con mi pueblo. el oeste es lo que es. en rincón había un luau para chamaquitos mientras bebíamos tragos tropicales. las empanadillas en kaplash bajan fácil con una medalla opcional. el pueblo de mayaguez es un pueblo fantasma por las noches y nunca pude encontrarme con jenny. fui al casino en vez. otra vez. nos regalaron sándwiches y jugo de frutas como a todos los viejitos que gastan su seguro social ahí. chiqui ganó como quince dólares y vimos la piscina monumental en la parte de atrás del hotel. si tuviera más cojones hubiesemos brincado las verjas a esa hora. allá los restaurantes de comida chatarra abren a todas horas. vaya noche.

soy una dormilona y llegamos a la playa a las dos de la tarde. mi mamá llevó treinta líquidos innecesarios. la arena olía mal. me enterraron en la arena como sirena y me quemé la espalda.
pasó un rato en lo que pudimos prender el go-kart y comí pollo frito, chuletas y hot dogs del bbq debajo de la lluvia. más southern no pudo haber sido. sólo faltaban los biskuits.

conseguimos el spot de las cherries montunas podridas en el piso y fumetiar e irse en el viaje es la mejor experiencia del mundo.