el día que le conocí, gurabo era un diluvio.

perdón una vez más si sigo repitiéndome, pero es que mi fascinación por eduardo benavente nunca acaba. cada vez más me quiero morir para conocerlo en el infierno.

corriendo el riesgo de sonar cachonda, no me puedo detener.
cayó en forma de cruz, dentro del ataúd, eduardo ya habia muerto para el dia de jalowín.
a los 33 tendré un conjunto musical. he nacido para dominar.
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