Yo me había prometido; después de andar de manos con una persona que no apreciaba los momentos que pasaba a mi lado ni todas esas otras cosas que me atreví a hacer en lo absoluto, que no volvería a esos rollos de enamoramiento y casadera a los cuales había estado sometida desde mis quince o diesciseis años. Me atrevo a decir que lo que daba la chispa a aquella relación de tanto tiempo era la cantidad de conflicto que generaba a diario y tenía miedo de caer en lo mismo cuando conocí al hombre lobo este. Ahora, soy débil cuando tengo que despegarme de unos ojos malvados que devuelven miradas y le ponen a uno las rodillas temblorosas. Dicho sea de paso, soy feliz cuando tengo hambre y me prepara comida, cuando me duele la barriga y me da sobitos, y hasta me dan felicidad todos y cada uno de sus desórdenes (mentales y de calzoncillos/medias/cajetillas de cigarrillo/libros/discos/hilo dental). Me da alegría hacer música juntos, nadar en la playa (!!!), visitar familiares, hablar de las cosas más imposibles...
Había prometido también que viajaría el mundo, pero estoy aprendiendo a aceptar que el mundo se va a tener que poner a viajar alrededor de mí por ahora. Se trata de seguir corriendo dos compañías que cada día crecen y expanden más, manejando más de diez empleados, resolviendo problemas nuevos cada hora, aprendiendo a dibujar cosas en la computadora, pagando impuestos, firmando papeles para el gobierno que no me hace(n) sentido, batallando vecinos machistas y con guille de militantes que demandan, apreciando los dos dias de fin de semana que tengo libres... aunque todavía no me acostumbro a velar mis pasos, porque si piso donde no es me puedo meter en muchos problemas. la imprenta cada vez hace trabajos más grandes para compañías importantes y el café sigue haciendo historia en la batalla esta contra el código de órden público que (al fin!) eliminarán esta próxima semana en río piedras. creo que la demanda se acabó finalmente, pero tengo un presentimiento que los dominicanos no van a dejar que nuestro restaurante siga recogiendo tantos de sus clientes.
Todavía no me acostumbro a vivir en el mismo centro de la ciudad, donde el polvo es el rey y aún no hay manera de navegarla en bici sin que algún idiota te aplaste. En mi calle construyen un walgreens y creo que éstos me persiguen o se están convirtiendo en los nuevos starbux/mcdonalds. Este vecindario no es tan interesante, salvo por la vecina que pienso yo es adivinadora y la gente que la llama contándole sus problemas para que ella le pegue tres o cuatro gritos y después vengan a pagarle por sus servicios. Tengo un restaurante árabe que conocí hace poco al lado y la semana pasada ambas de nuestras familias recibieron bailoteos exóticos que el padre de javier documentó. lo único que me pasaba por la cabeza era el episodio de la princesa cashimira y homero. hay un señor que siempre se mece en los columpios del parque y me da penita ver a las abuelas llevando a los niños a que corran bici o jueguen allí porque siempre está tan feo. a mi personalmente el parque de la roosevelt me dá mucho miedo, sea de dia o sea de noche y las cosas que allí suceden no me las quiero ni imaginar.
como muchos otros octubres, me iré de vacaciones a nueva york a admirar la gente que tiene los cojones de hacerse disfraces imaginativos y que no le tiene miedo a confraternizar. zombie walk here i go.
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