a la una de la madrugada cruzamos el puente sobre el lago guajataca y admito que estaba muerta de susto. creo que fue por culpa de las historias de javier y la neblina que no me dejaba ver bien. llegamos a lugares que nadie había pisado en meses; años quizá, y a un centro vacacional donde todos dormían. queríamos entrar al cuarto que estaba abierto, pero decidimos evitar problemas mientras yo observaba las canoas. cruzamos el bosque de calles muy angostas y ni un solo carro nos pasó por el lado; no cabía de todas formas. guiar por ahí me acordó a las carreteras estrechas de españa y la velocidad que tanto me satisface.
a una hora que no recuerdo llegamos a mi playa favorita de isabela, pero parece que ya no es playa para acampar y nos estacionamos frente a la casa de fofé; que me trae miles de recuerdos de madrugadas ebrias. caminamos hasta una de las barras genéricas, llena de criollos genéricos y mira pa' ya; me encontré a ozymandias, quien me dirigió a alguna otra playa que nunca llegué. en otra playa de isabela me sentí un poco expuesta y no acampamos allí. después del balneario de quebradillas, que no se siente como balneario na', montamos caseta en la orilla de la playa en el túnel de guajataca, cuando suertudamente encontramos cómo rayos se armaba. en medio de luces que nos asustaban, el resto de la mañana se siente como un loop eterno que no puedo ni empezar a explicar.
me desperté con arena pegada como escarcha en todo mi cuerpo, pero sola. javi abrió la caseta y dejó el sol entrar. la playa en el norte es muy fría, aún a las once de la mañana, [sólo que no eran las once porque me mintió para que me despertara más rápido.] aprovechando el día, desayunamos en la panadería de la cuesta; donde todo alrededor se llama igual y fuimos rumbo al sur.
en villa la mela hicimos un poco de snorkeling y encontramos el cuerpo descompuesto de una barracuda. javier sólo quería abrirle la boca para ver los dientes, pero apestó el sitio en vez. visitamos a mis abuelos. ví las heridas abiertas en el brazo de mi abuelo, sonriendo comoquiera. mi abuela sigue llendo al casino para escaparse de la realidad de vivir en cabo rojo, donde ha vivido casi todo este tiempo pero que aún no reconoce como su sitio. mi tia stella reconoce este hecho y ha decidido mudarse a los nuyores. nunca me encontré con tia janine, que como siempre bebía en la playa. en boquerón comimos empandillas que no estaban muy buenas y después en mi casa recorrimos los caminos del monte: mis caminos favoritos de pirinolas y esqueletos de vacas. jamás le enseñé el pozo, para reservarlo a otra ocasión. aprovechamos el agua caliente en el nuevo baño de mi madre y bajo la lluvia, embarcamos a san juan. casi me ahogo.
todo esto pasó el domingo y fue gracias a que me desperté pensando que eran las once [cuando realmente eran las ocho de la mañana.]
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